ALVAREZ RABO nació hace años, y el mismo día en que se desarrolla la novela ¨Ulises¨ de James Joyce, en Monforte de Lemos (Lugo.) Sus padres emigraron a Bilbao cuando él era tan sólo un niño. Estudió en un colegio del OPUS donde fue objeto de tocamientos. De jovencito luchó por la libertad de todos, perdiendo en seguida su propia libertad. Cuando la recuperó logró entrar a trabajar en la sección de deportes, caza y pesca de unos Grandes Almacenes donde aún continúa (tiene que ocultarnos su rostro para no poner en peligro su puesto de trabajo.) Esta casado con una mujer que tiene más carácter que Jantipa (la esposa de Sócrates) y tiene dos hijos, Yhedra y Jhónatan, a los que adora. Su hobby preferido es leer El País Semanal todas las semanas y que se la chupen de vez en cuando (todas las semanas es muy difícil.)
3 comentarios:
Genial... abre como nadie el debate de "lo que es mío me lo como y no me da asco"... ¿o acaso conocen a alguien a quien le huelan mal sus pedos? Pues yo si... a mi última ex... supongo que por eso es mejor que sea mi "ex"...
rencorosillo
Tu Ex
Je je. Pues en un libro del prestigioso psiquiatra opusino Enrique Rojas, titulado "Los lenguajes del deseo", se dice algo parecido (por cierto, es mentira que sea catedrático, como puede leerse en http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=5427). Enrique Rojas vino a la Feria del Libro de Sevilla, y estaba solo y aburrido en la caseta de "Casa del libro", así que me acerqué a él para tenderle la trampa rabera que se lee en la historieta, le dije "buenas tardes", tomé un ejemplar del libro "Los lenguajes del deseo" como quien no quiere la cosa, busqué la página donde yo sabía que se decía lo del semen ("el sexo oral está bien siempre que el semen no acabe en la boca de la mujer"), y para mi sorpresa me encuentro que en ejemplar que yo había cogido, dicha página estaba en blanco, por un defecto de impresión. Me quedé tan desconcertado que se me tuvo que notar en la cara, y el señor Rojas me preguntó que qué pasaba, entonces le dije que aquel libro tenía páginas en blanco, y el dijo: "Anda, eso es rarísimo", y yo le iba a contestar algo cuando apareció un fotógrafo y se puso a hacerle fotos, para algún periódico, y él posando con la barbilla apoyada en el pulgar, la mejilla en la mano y la sien en los dedos índice y corazón. Era todo tan patético que se me quitaron las ganas de "rabear" y me marché. El sevillano listo.
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